martes, 15 de julio de 2014

CONCIERTO PARA VIOLÍN OP.35 EN RE MAYOR

Crítica CD
PIOTR ILICH TCHAIKOVSKY (1840-1893)

El concierto para violín Op. 35 en Re Mayor de Tchaikovsky forma parte del repertorio de muchos violinistas actuales, debido a su lucidez y virtuosismo.
Este concierto, el único para violín de este compositor, fue compuesto en mazo de 1878 y dedicado al famoso violinista Leopold Auer, quien no dudó en tacharlo de “inejecutable”. De esta opinión eran también violinistas como Yosif Kotek. La crítica tampoco trató con benignidad a este concierto, así el clasicista Eduard Hanslick comentaba: "ya no se toca el violín, más bien se le dan tirones, se rompe en pedazos y se le llena de cardenales". Con tal motivo, el estreno no pudo celebrase hasta el año 1881 en Viena, cuando el violinista Brodsky se atrevió a tocarlo. Después del estreno, el compositor re-dedicó el concierto a este violinista diciendo: “Para el re-creador del concierto considerado imposible, de parte del agradecido Pyotr Tchaikovsky”.
A pesar de tan poco venturoso comienzo, la obra se convirtió rápidamente en una de las más populares entre los conciertos de la época.

Las versiones seleccionadas para esta comparativa son: la versión de Yehudi Menuhin acompañado por la RIAS- Symphonie- Orchester bajo la dirección de Ferenc Fricsay para audite, del año 1948; la de Itzhak Perlman acompañado por la Israel Philarmonic Orchestra bajo la dirección de Zubin Mehta para EMI Classics, del año 2005; la versión de David Garrett acompañado de la Russian National Orchestra bajo la dirección de Mikhail Pletnev para Deutsche Grammophon, del año 2001.

La interpretación de Perlman de este concierto es cuidadosa y sensible, hay expresividad y fluidez, aunque en general se echan en falta algunas dinámicas y agógicas, señaladas expresamente en la partitura en la partitura.
De nuevo, Perlman vuelve a hacer gala de su virtuosismo dejando escuchar cada sonido con nitidez en las rapidísimas escalas que pueden escucharse en este concierto.

La interpretación de David Garrett, es sin duda, la más expresiva de las tres. El intérprete se ciñe a las indicaciones del autor. Es una versión en general cuidada, aunque en el primer movimiento, el intérprete pierde velocidad haciendo que resulte, por momentos, pesado.
La interpretación de Yehudi Menuhin es, con diferencia, la más lenta de las tres. Sin poner en absoluto en tela de juicio la brillantez técnica de este afamado intérprete en esta granbación, hay que decir que esta no es precisamente, una de sus mejores interpretaciones.
En el primer movimiento escuchamos a un incómodo y desafinado Menuhin, que patina en la ejecución de los armónicos, el sonido y en la afinación de las dobles cuerdas y de los acordes. En los dos siguientes movimientos se aprecia más seguridad y un mejor sonido por parte del intérprete, aunque cabe destacar la pequeña supresión temática que se realiza al comienzo del tercer movimiento que no tiene, aparentemente, sentido alguno.

Por otro lado, es de agradecer, que en esta grabación, no se hayan suprimido las respiraciones del intérprete ni los demás sonidos extra-interpretativos, esto hace que la audición sea más real.

Lourdes MS Figueroa

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