Como el
programa del evento muy bien informa, el concierto se celebró para conmemorar el
Bicentenario del nacimiento de Chopin y el 150 aniversario del nacimiento de
Mahler, nacidos respectivamente en el 1810 y en el 1860 con sus primeros
trabajos pianísticos y sinfónicos.
En la primera
parte del concierto, tuvimos el placer de escuchar el Concierto para piano y
orquesta nº1 en mi menor de Chopin, que es considerado una obra temprana que
preludia lo que sería más adelante el romanticismo chopiniano. Está compuesto
en el año 1829, cuando Chopin contaba con diecinueve años, así que bien puede
ser considerado como un resumen de la literatura pianística del compositor.
Esta partitura
es destacable por la brillantez y expresividad de la parte pianística, y por la
belleza del movimiento lento que preludia, y nunca mejor dicho, lo que en pleno
Romanticismo serán los preludios chopinianos.
Schumann describió este concierto como una
continuación de Beethoven.
La segunda
parte consistió en la interpretación de la primera sinfonía de Mahler.
La sinfonía,
llamada “Titán”, toma su nombre de una
novela de de Jean Paul.
Al estrenarse la
obra por primera vez en el año 1889 con el nombre de “Poema sinfónico”, fue calificada de “vulgar y sin sentido”, pero
hoy en día se ha convertido en una de las sinfonías más apreciadas de Mahler
puesto que no es tan larga como los demás trabajos sinfónicos del autor y es,
por tanto, amena e interesante a la escucha.
La sinfonía
consta de cuatro movimientos:
1.
Langsam, schleppend: despacio
2.
Kräftig bewegt:
movimientos fuertes.
3.
Feierlich
und gemessen, ohne zu schleppen: Solemne y mesurado sin arrastrar
4.
Stürmisch
bewegt
Mahler también
fue compositor de canciones, las cuales, incluyó en sus sinfonías. En la sinfonía
que nos ocupa, incluyó la canción: “Lieder eines fahrenden Gesellen” (Canciones
de un caminante), que se puede escuchar en los movimientos inicial y final de
esta sinfonía.
Originalmente,
la sinfonía tenía un movimiento adicional llamado Blumine (Florecillas).
Sin embargo Mahler retiró este movimiento; y en la actualidad casi nunca se
interpreta con la sinfonía, aunque sí por separado.
El día 30 de
enero tuvo lugar en el Auditorio Nacional el concierto referido, al cual
asistió una gran afluencia de público entusiasta de la música que acudió,
principalmente, a escuchar la sinfonía de Mahler, muy popular en los ciclos de
conciertos.
... Y comenzó
el concierto…un elegante Dejan Lazic hacía su entrada en el escenario del
Auditorio Nacional para interpretar el concierto nº1 de piano de Chopin junto
con la Orquesta sinfónica de Bamberg.
En los dos
únicos conciertos para piano que escribió Chopin, hay una gran musicalidad en
dónde se da especial importancia a la línea melódica del piano.
Respeta el
principio de la doble exposición, en el cual, la orquesta presenta el tema
principal antes de que el piano tome las riendas casi absolutas de la música,
relegando la orquesta a un segundo plano, así, los conciertos de Chopin pueden
interpretarse prescindiendo de la orquesta.
El concierto
comenzó con el Allegro maestoso interpretado por el pianista con una gran
habilidad y destreza debido a su extremo virtuosismo. Pianista y orquesta
mantuvieron en todo momento una buena comunicación y estuvieron compenetrados gracias,
en gran parte, a la maravillosa dirección de Nott.
Al Allegro le
siguieron los dos siguientes movimientos: Romaza y Rondó, siendo destacable la
musicalidad y la sensibilidad del tiempo lento.
Dejan Lazic
interpretó bien el concierto haciendo gala de su formidable técnica pianística,
pero dejando mucho que desear en la calidad de sonido emitido, pues por
momentos, el piano quedaba en un segundo plano siendo sepultado por el tutti
orquestal en muchos de los pasajes. No obstante, al final de concierto, el
público, satisfecho, rogó un bis al pianista.
Este concierto,
en sí constituyó todo un homenaje a Chopin por el hecho exclusivo de interpretar
la primera de sus obras para piano y orquesta en la celebración de su
bicentenario.
En la segunda
parte del concierto tuvimos el placer de escuchar la primera sinfonía de
Mahler, cuya interpretación, a cargo de la orquesta, fue sublime.
Se pudo
apreciar muy bien el genio natural de Mahler para la orquestación, el cual se
vio perfeccionado por su constante actividad como director. Esta perfecta
combinación de orquestación fue especialmente novedosa es el tratamiento del
viento metal y viento madera, de entre los cuales destacó la interpretación del
oboe solista y de los fagotes.
Importante fue
también la plantilla de contrabajos y la de percusión.
Como comenta el
director de El Cultural: “Los músicos de la Bamberg, parecen absorber la
energía de las raíces mismas de la tierra y son capaces de conectar con la
centenaria tradición germana”.
Así pues, y muy de acuerdo con esta
afirmación, se puede decir que el entusiasmo del director por Mahler fue
transmitido a la orquesta de manera excepcional dando al público la oportunidad
de escuchar y sentir ese mahlerianismo del que hace gala Nott en cada una de
sus interpretaciones que constituyen en sí mismas y a todos los efectos un
homenaje.
Lourdes MS Figueroa
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